• "Francisco Regueiro: La importancia del demonio" propone un paseo por todos los círculos –infernales– que implica la obra (las obras) del vallisoletano Francisco Regueiro. Páginas, cuentos, ilustraciones en periódicos de provincias y, claro, sobre todo, su cine, esas tragicomedias rabiosas, esas alegorías truncadas que se asoman al alma española. Películas, que como recuerda Álvaro Arroba, remiten a “un hogar sin ventilar, con olor a fritos y a guiso de puchero, pero de madre ajena. La violencia del cine como allanamiento de una casa con las puertas cerradas, y tantos tabúes familiares tirados por el suelo que resulta imposible discernirlos del cante popular y del nacionalcatolicismo franquista, fijados en el aire”. La obra de Regueiro, aquella por la que Víctor Erice, compañero de andanzas juveniles y autor que colabora en esta publicación, siente “una especial devoción”, queda sometida aquí a un fino y fragmentario desmenuzamiento a cargo de especialistas y cinéfilos, comunidad que refleja las afinidades electivas de los editores: Quintín, Manuel Peláez, Víctor J. Vázquez, Daniel Villamediana, Elsa Fernández-Santos, Marcos Uzal y José Luis Torrelavega. El resultado, un sentido homenaje, sin pelos en la lengua, a un cineasta irrepetible que habita la particular soledad de nuestra cumbre, allí con Buñuel, Berlanga o el propio Erice.
Francisco Regueiro (Valladolid, 1934) es un artista polivalente: escritor, periodista, caricaturista, pintor, cineasta y realizador de programas y documentales para televisión. Colaborador en diarios y revistas como El Norte de Castilla o La Codorniz, en 1961 se diploma en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas con la apabullante Sor Angelina, virgen. Pertenece a la generación de cineastas en su día acogidos por la ambigua operación político-cultural denominada “Nuevo Cine Español”, del que fue una de sus más ilustres víctimas. Aun así, su instinto de supervivencia y lo acendrado de su personalísimo universo creativo, enraizado en las más intensas vetas de la cultura española, le ha permitido armar una de las más importantes filmografías del nuestro cine: El buen amor (1963), Amador (1965), Si volvemos a vernos (1968), Me enveneno de azules (1969), Carta de amor de un asesino (1972), Duerme, duerme, mi amor (1974), Las bodas de Blanca (1975), Padre nuestro (1985), Diario de invierno (1988) y Madregilda (1993).