El Grifilm

La Alfarería tradicional de Astudillo. La familia Moreno en los siglos XVIII -XXI

31,20 €

Autor: Carlos Porro; Enrique Echevarría (Coords.)

Editorial Museo de Palencia; Junta de Catilla y León

(La Alfarería tradicional en Palencia, vol. 2. )Es la alfarería de Astudillo sin duda una alfarería de las más destacadas y reconocidas en el panorama nacional dentro de las llamadas “alfarería de basto”, que como veremos “de basto” no tiene nada. No hablamos de las loza finas y dibujadas de Talavera, Manises, Sargadelos, La Cartuja o Alcora sino del utillaje casero que en este pueblo alcanzó unos niveles de elegancia y adorno más que considerables dentro de las formas de uso doméstico, para la cocina, el transporte de líquidos, la contención y conservación de alimentos, su preparación, etc. Junto al interés técnico y artesanal, el gusto popular que tienen las piezas de esta localidad, “juagueteadas” en amarillo o vidriadas, con dibujos incisos o con florida decoración de figuras de moldes, grafías, una genial ingenuidad de formas, confiere a esta artesanía una singularidad y su producción despertó hace ya años el interés de museos etnográficos nacionales, de Bellas artes, coleccionistas particulares o ceramólogos que adquirieron muchas de las piezas antiguas. En Palencia, Valladolid, Barcelona, Tarragona, Sevilla, Avilés, Lugo, León, Madrid, en el propio pueblo de Astudillo o en fondos museísticos existen piezas exquisitas fechadas desde la 1/2 del XIX. Uno de los puntos de arranque de esta merecida fama ha de partir de la publicación del trabajo de Rafael Navarro en 1935 sobre la “Cerámica popular de Palencia y León” donde se habla de diferentes tipologías de las piezas astudillanas tras una conferencia enviada al Congreso internacional de Artes Populares de Praga de 1928. Junto a este interés ha faltado siempre un catálogo razonado que ha ido generando una problemática a la hora de situar en origen las piezas que aparecían fuera de su contexto y en relación a otros alfares con técnicas, iluminaciones o diseños en cierto modo parecidos como pueden ser los inmediatos de Castrojeriz y Pampliega ya en tierras burgalesas y con los que Astudillo comparte innegables similitudes aún dentro de su originalidad. Curiosamente de nuevo, a pesar de ese reconocimiento nacional, nunca se ha realizado una exposición de tal envergadura con más de 160 piezas originales datadas entre 1800 y 1980 procedentes de fondos de colecciones nacionales, museos provinciales, fondos familiares, el propio Museo del Traje de Madrid, la gran colección Fundación Eugenio Fontaneda de Ampudia, de los museos etnográficos Rodolfo Puebla de Frómista, el de Castrojeriz (Burgos) o el de Mansilla de las Mulas (León). Se ha reunido además una concienzuda documentación histórica, pues apenas hay algunos artículos y citas en otras obras de carácter general sobre alfares españoles. La ocasión ahora de visitar el Museo de Palencia ha de ser una cita ineludible a lo largo de su tiempo de muestra -durante todo el verano- donde entre otras muchas actividades contaremos con la presentación de un libro continuación del primer volumen dedicado a la alfarería en la provincia de Palencia que será un estudio monográfico de Astudillo. Varias conferencias impartidas por reconocidos ceramólogos nacionales como Sergio Sabini y otros especialistas ilustrarán a lo largo del verano las jornadas sobre alfares palentinos que se desarrollarán en el propio Museo, o en las salas del Museo de Baltanás y de Astudillo. La muestra está comisariada por el restaurador especialista en cerámica Enrique Echevarría Alonso-Cortés y el etnógrafo palentino Carlos Porro, organizada por el propio Museo y en colaboración con la Diputación provincial de Palencia y el Ayuntamiento de Astudillo. Recorre en las amplias salas los más de trescientos años de historia de estos alfares locales, todos debidos al trabajo de una misma familia, de apellido Moreno, que se fue perpetuando en sucesivas generaciones hasta extinguirse con Félix Moreno y su hermano Eulogio, los últimos alfareros de la familia que cerraron en taller en los años 80 del siglo XX. Un hecho más que destacado a tener en cuenta son los parentescos establecidos con una familia alfarera de Alcora (Castellón) a mediados del XIX que influirá notablemente en la producción y en un cambio de estilo que florecerá en grandes artistas cerámicos. Sería la alfarería de Castellón con quien emparentara nuestra artesanía y con la que mayor similitud tuvieran las piezas palentinas sin duda porque hubo de ser conocido este estilo levantino en tiempos de Eulogio Moreno. Es Alcora un enclave en torno al cual se reúnen algunas de las localidades más destacadas de la alfarería de Castellón entre los siglos XVII al XX como Segorbe, Onda y Ribesalbes en cuanto a la fabricación de fina loza con la Real Fábrica de Loza de Alcora fundada por el Conde de Aranda en 1727 impulsada por Carlos III. Las piezas de Segorbe y Onda se caracterizan por la temática de molduras de vírgenes y calvarios aplicados especialmente a los recipientes de contención de agua, cántaros y botijos. Estos modelos acabarían seguramente inspirando a los alfareros locales quienes a finales del XIX iniciarían una “reforma estética” a favor de estos modelos de molde frente al gran desarrollo de esgrafiados de pájaros, letreros, flores, hojas y custodias del terreno en lo que acabarían siendo los reconocidos botijos “de santos” o “de Pasión” que tanta fama han dado a los alfares palentinos. Es especialmente significativo el caso de los alfareros Eulogio Moreno Rincón (Astudillo 1856-Argentina 1930?) activo hasta 1912 en Astudillo y de Mariano Moreno Saez (Astudillo 1886-1960) dos figuras de una calidad artística magnífica. Ambos supusieron en su momento una revolución y un nuevo modo de hacer dentro de la alfarería, como un estado de avance y actualización en la tradición, asentada en lo propio y que por otro lado es tan difícil que se produzca de manera habitual cuando además están ambos autores cercanos en el tiempo, dentro del mismo ambiente formal e incluso familiar, pues eran tío y sobrino. La alfarería de Astudillo se perpetúa aún en el siglo XXI gracias al trabajo de Javier Sancho (Astudillo, 1955) que en 1987 reemprende la labor de la arcilla. Durante más de tres décadas junto a su producción de cerámica artística y personal ha seguido trabajando las piezas tradicionales de Astudillo hasta el tiempo actual de su jubilación. Hace también una docena de años ocupó parte de su tiempo en la enseñanza de un pequeño grupo de alumnos en el pueblo, que quién sabe, pudieran ser la continuación en este siglo del trabajo del barro.