¿Por qué lloramos?
13,90 €Autor: Fran Pintadera (texto); Ana Sender (ilustraciones)
Editorial Akiara Books
«¿Por qué lloramos?», pregunta Mario a su madre. Y ella le habla de nubes, del mar, de piedras, de cofres y de muros.
Un poético álbum ilustrado que nos recuerda que las lágrimas nos riegan muy lentamente y nos ayudan a crecer, nos calman y son un bálsamo para las heridas. Y que todos lloramos: niñas y niños, pequeños y grandes, altos y bajos…
FRAN PINTADERA
Nacer en una isla es algo curioso. Siempre pienso que, de haber nacido unos pasos más hacia la derecha o unos metros más hacia la izquierda, me habría salido de las calles de Las Palmas de Gran Canaria y habría nacido en el mar. De ser así, quizá ahora sería un pez. Eso implicaría cosas estupendas, como ver arrecifes de coral o bucear durante horas sin tener que salir a tomar aire. Sin embargo, no podría escribir cuentos y, si lo hiciera, todos ellos se convertirían en papel mojado. Mal asunto.
Por suerte nací en tierra firme, donde pronto agarré un lápiz y comencé a escribir historias con él. Mi primer lenguaje escrito fue la poesía, una manera precisa y deliciosa de comunicarse con uno mismo, con los que tienes cerca y con aquellos que nunca conocerás. Después vinieron los cuentos, las novelas, el teatro y cualquier forma artística donde la palabra se sintiese cómoda.
¿Por qué lloramos? nació del instinto. A veces, uno busca las palabras exactas para contar una historia; pero en otras ocasiones (y estas son las mejores) son ellas las que te llevan a la mesa y te dictan qué debes escribir. En este cuento, con aire de poema, trato de responder la pregunta de un niño que podría ser mi hijo o mi yo de hace unos años. O quizá, sin saberlo, escribí este cuento precisa y únicamente para ti.
ANA SENDER
Lloré por primera vez hace cuarenta años, en una ciudad de la periferia de Barcelona.
Un tiempo después olvidé cómo llorar y cómo hablar. Lo que sí recordaba era cómo dibujar, así que dibujaba las palabras que no me salían y las lágrimas y los gritos que me había tragado. Y también soles, brujas, casas, princesas y monos.
Eso fue hace mucho tiempo y ahora solo me olvido de hablar a ratos y he aprendido a llorar de muchas maneras diferentes. Incluso he inventado algunas nuevas, por ejemplo haciendo el pino.
Un día descubrí que podía ir a una escuela para aprender a ser ilustradora y me tiré de cabeza. Era una escuela mágica, creo.
Así que aún dibujo y ahora también lo hago para ganarme la vida.
Empecé diseñando estampados para ropa, pero ahora lo que más hago es ilustrar cuentos e incluso a veces me atrevo a escribirlos.
También dibujo para llorar, cuando no me sale, o para hablar, cuando no encuentro las palabras. Muchísimas veces lo hago para jugar.
Me gusta cuando se inunda la casa y hay que improvisar barcas con los muebles.